Cocinar.

¿Sabes que cocinar sano y comer saludable se parece a la pelicula Atrapado en el Tiempo?

Si naciste despues del 2000 o te cae mal Bill Murray posiblemente no hayas visto esa pelicula.

En ella, el protagonista, despierta cada mañana en el mismo lugar y el mismo dia, justo durante la celebración del » Dia de la Marmota».

Vive en un bucle del que no puede salir, cada dia lo mismo.

Pero antes de contarte que tienen que ver cocinar y las marmotas, dejame que te diga algo.

Esto es para personas que de verdad quieren aprender a cocinar.

Si eres de los que se compran un mueble en Ikea, pagan para que se lo lleven a casa, se lo monten, se lo coloquen en el salón y le pasen el aspirador después de comer pipas, esto no es para ti.

Sobre todo si crees que por el mero hecho de pagar vas a aprender a cocinar.

De eso nada.

A cocinar se aprende cocinando.

¡Que soy chef, no Harry Potter!

Así que si eres de esos, lo mejor que puedes hacer es comprarte un libro de recetas saludables, que hay muchos, que te aprendas un par de ellas, las repliques hasta el infinito y cuando te aburras como una ostra te aprendas otras.

Eso, en el mejor de los casos.

En el peor, ya sabes, pedidos a Glovo y comida preparada del Mercadona.

Dicho esto, si has llegado hasta aquí…

Igual esto te suena:

• Cuando te vas a dormir, en tu cabeza suenan frases parecidas a esta: “Otro día comiendo mierda, qué desastre, mañana me preparo algo sano” Pero al día siguiente despiertas en el El Día de la Marmota, y acabas repitiendo lo mismo del dia anterior.

• Quieres dejar de comer “alimentos” procesados, pero la verdura y el pescado te parecen sosas y aburridas. Te sientes incapaz de darles sabor y acabas en las garras del kepchup y la mahonesa de bote.

• Para ti, un libro de recetas y el contrato de tu hipoteca, están escritos en el mismo idioma indescifrable.

• En las reuniones de amigos, cuando todos llevan algo de comer que han cocinado y presumen, tu llevas las cervezas frias, que se te han calentado por el camino.

• Al final de mes, cuando miras el extracto del banco, y ves la cantidad de dinero gastado en comida a domicilio, sientes pena, vergüenza y ganas de vivir en medio de la montaña sin cobertura movil.

• Abres la nevera de casa, observas el interior, la cierras frustrado y llamas al chino.

• Tienes una bolsa de judías verdes en el congelador desde antes de la pandemia.

• Cada vez que te propones cocinar algo, tienes que pedir un día de asuntos propios en el trabajo.

• Te pones delante de un manojo de acelgas y lo único que se te ocurre es ponerlas en un jarrón con agua y colocarlas al lado de la televisión.

• Usas el horno, unicamente, para guardar todas esas sartenes, que tampoco utilizas.

• Tienes el móvil lleno de recetas saludables de Instagram y TikTok, que nunca has hecho y nunca harás.

Te ríes de ti mismo y de tu incapacidad, pero en el fondo estás jodido. 

Jodido porque te quieres cuidar, quieres dejar de maltratarte comiendo mal, quieres cocinar más y comer mejor, quieres dejar de gastarte un dineral en Glovo y comida procesada, quieres respetarte, quieres mejorar tu aspecto, quieres cambiar todo eso.

Pero no puedes, porque no sabes cocinar .

Y en tu desesperación, te abres una bolsa de Doritos, ves una peli en Netflix y te vas a dormir con la esperanza de no ser como Bill Murray y no despertar en el día de la marmota.

¿Pero… cómo sería una realidad sin marmotas toca pelotas?

• Has reducido considerablemente el consumo de procesados y aumentado el de alimentos nutritivos. Hacerlo te hace sentir bien contigo mismo.

• Tienes control sobre tu cocina, sabes que tienes recursos suficientes para cocinar y eso te da tranquilidad.

• No te gastas tanto dinero en comida a domicilio, inviertes ese dinero en cosas mucho más interesantes para ti.

• Te sientes con fuerza, tienes ganas de hacer cosas, tu autoestima ha mejorado.

• Eres capaz de improvisar un plato en menos tiempo del que tardabas en meter una pizza al horno.

• No solamente entiendes una receta cuando la lees, puedes modificarla y variarla a tu antojo.

• Ahora te atreves con alimentos nuevos, ya no te dan miedo unas sardinas o una coliflor.

• Te has dado cuenta de que no es necesario estar 3 horas en la cocina para prepararte la cena. 

• Te miras al espejo y notas cambios, te ves mejor, eso te hace sonreír.

• Cuando te vas a la cama lo haces con satisfacción, te sientes orgulloso de ti mismo.

Hoy las marmotas ya no son un problema, podrías meterlas en ese horno que ahora usas, cocinarlas… y estarían ricas.

Yo mismo maté una MARMOTA bien gorda y la estofé con brécol y zanahoria.

Te cuento lo de mi marmota y como me la comí.

Verás.

Sucedió que a pesar de saber cocinar, no cocinaba.

Bueno, si lo hacía, pero empleaba mis conocimientos para cocinar mierda.

Mierda de esa que mata lentamente.

Ya sabes.

Mucha comida procesada de meter en freidora y michohondas, mucho dulce guarro industrial, te diré que lo mas verde que comia en esa época, era el orégano de la pizza barbacoa congelada. En definitiva, mucho de eso que te pone cachondo en el momento, pero que con el tiempo, te machaca el cuerpo, la mente y el alma.

Muchas de esas marranadas.

Y poca comida de verdad, pocos alimentos naturales y nutrtitivos, de los que te ponen fuerte, sano y esbelto.

Así estaba, deprimido, sin ganas y gordo, muy gordo.

Hasta que decidí poner solución.

Dejar de usar la cocina para debilitarme y usarla para fortalecerme. 

Y así llevo 10 años.

Cocinando para mí de una manera saludable, sencilla y sabrosa.

Logré salir del bucle en el que estaba metido, como logró salir Bill Murray en la pelicula de «El dia de la Marmota»

Hoy, comparto lo aprendido, para que otros también salgan del bucle, se coman la marmota y se conviertan en El Chef de sus Vidas.